Moratalla: el incendio perfecto

Una columna de humo comenzó a elevarse sobre la Sierra del Cerezo el 4 de julio de 1994 a las diez y media de la mañana. Cada vez más negra, cada vez más densa. Pronto se tuvo la certeza de que los bosques de Moratalla se enfrentaban a un incendio terrible. La Región se abrasaba de calor esos días, con máximas de hasta 46º, y se atravesaba un severo ciclo de sequía.

Se daban todos los condicionantes y solo faltaba el detonante, que se activó cuando la rama de un pino tocó en un tendido eléctrico. Esa chispa prendió rápidamente en una zona escondida y de muy difícil acceso, por lo que el fuego tardó en ser detectado por el vigilante de la garita forestal. Cuando se dio la voz de alarma el incendio ya se había hecho fuerte y en las siguientes horas se propagó a lo largo de casi cien kilómetros por espacios naturales de gran valor ecológico en Moratalla, Calasparra, Caravaca, Cieza y Jumilla.

Cientos de personas tuvieron que ser evacuadas de sus viviendas en El Chopillo, Las Murtas y otros caseríos, y el camping La Puerta y el Hotel Cenajo fueron desalojados en medio de una gran tensión porque las llamas avanzaban incontroladas. El colmo de la mala suerte: los medios estatales estaban ocupados en Galicia y Valencia, y los hidroaviones tenían que cargar en el Mar Menor porque los pantanos estaban casi secos. En la peor situación posible, las brigadas antiincendios combatieron el fuego de una forma casi heroica.

Las sierras de La Muela y el Cerezo se llevaron la peor parte: 30.000 hectáreas arrasadas finalmente en el peor incendio de la historia en la Región y uno de los más importantes de España.