El 96% de los incendios forestales en España se deben a la acción del ser humano

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Incendio forestal en Yátova, en la provincia de Valencia, el pasado verano
Incendio forestal en Yátova, en la provincia de Valencia, el pasado verano
Incendio forestal en Yátova, en la provincia de Valencia, el pasado verano
Incendio forestal en Yátova, en la provincia de Valencia, el pasado verano

‘Recuerde: cuando un bosque se quema algo suyo se quema’, sentenciaba esa campaña de publicidad del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza durante el régimen franquista. Si bien las placas donde sobrevive en algunos bosques de España están obsoletas, oxidadas y desteñidas, su mensaje sigue siendo vigente. Más de 40 años después la administración pública y las organizaciones ecologistas saben más sobre los incendios, pero algo nuestro se sigue quemando, y a un ritmo alarmante: en 2012 el fuego acabó con 209.855 hectáreas de bosque (casi como la superficie entera de la provincia de Vizcaya), y se llevó la vida de 11 personas. El 96% de esos incendios fueron causados por la acción del hombre.

Recién comenzado el verano, este drama vuelve a recibir el foco de atención. «Solo nos acordamos de los bosques cuando arden«, afirma Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España. La organización ecologista ha presentado el informe ‘Bosques vulnerables a grandes incendios’, donde realiza una extensa radiografía de la debilidad de nuestros bosques ante el fuego y con la que intenta también «incentivar el valor y la riqueza de los montes«.

El informe pone de manifiesto una tendencia que parece contradictoria: cada vez se producen menos siniestros, pero éstos son cada vez mayores. El porcentaje de Grandes Incendios Forestales (GIF), si bien ha fluctuado durante los años, sigue una tendencia al alza, mientras que el porcentaje de siniestros disminuye. Esta situación se debe principalmente a la inexistencia de modelos de gestión adecuados para las especies forestales y a la falta de medidas de prevención. La inclusión de especies invasoras, el abandono de éstas una vez el interés se ha disipado, y la consecuente pérdida de biodiversidad son un perfecto combustible para que el fuego devore los montes.

«Las administraciones contemplan las medidas de prevención más como un gasto que como una inversión de futuro«, afirma Lourdes Hernández, autora del informe. Según ella, sin embargo, el ahorro es mucho mayor: «si inviertes en prevención consigues gastar menos en extinción«. Desde las administraciones públicas la prioridad ha sido durante años la extinción. El presupuesto destinado a estos dispositivos se ha mantenido estable alrededor de los 50 millones, mientras que las medidas de prevención no sólo han supuesto un importe muy inferior, sino que se han reducido drásticamente: según WWF en 2011 y 2012 se han destinado 9 millones de euros a medidas de prevención, un 76% menos que en los años 2008 y 2009.

Solo un 1,5% de los culpables es identificado

La reciente adquisición del Ministerio de Medio Ambiente de un nuevo hidroavión por valor de 25 millones de euros, que confiarán estará operativo para esta temporada de incendios, confirma esta postura. Con ella el presupuesto ha aumentado de 103 a 130 millones de euros, si bien el grueso de éste se ha dedicado al despliegue de dispositivos de extinción y no a medidas de prevención, que según CCOO se han visto reducidas. El sindicato afirma que el tiempo destinado a la limpieza de los bosques es mucho menor este año en buena parte de las comunidades autónomas. En el caso de Castilla la Mancha, que en 2012 sufrió 10.700 siniestros, los dispositivos de prevención han pasado de funcionar ocho meses en 2010 a sólo 4 meses este año.

La responsabilidad, según Juan Carlos del Olmo, no es únicamente del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, sino también de las comunidades autónomas: «el artículo 48 de la Ley de Montes obliga a identificar las zonas de alto riesgo. Esas zonas no están identificadas y esa prevención no se está haciendo».

El incumplimiento de La ley de Montes no es el único vacío legal que subyace en el problema de los incendios. Aunque se tiene constancia de que la mano del hombre está detrás de casi la totalidad de los incendios forestales en la actualidad, y de que entre 2001 y 2010 un 55% de los incendios fue intencionado, únicamente un ínfimo 1,5% de los culpables es identificado, una cifra que aumenta al 9% si se tienen en cuenta tanto los intencionados como los no intencionados. «Si no sabemos por qué se quema el monte, no sabremos cómo evitarlo. Reina la impunidad«, comenta Del Olmo.

El crecimiento urbanístico también ha añadido peligrosidad a los incendios, que cada vez son menos un problema rural. Según WWF, los incendios de cuarta generación, esto es, los que afectan a poblaciones urbanas, van a aumentar si prosigue el «crecimiento caótico de las zonas urbanas».

«Cuando un bosque se quema estás perdiendo capital natural», comenta Lourdes Hernández. «No es un capital muy valorado en el mercado, pero nos permite disponer de agua de calidad en las ciudades e incluso nos ayuda a capturar CO2 y así ayuda a luchar contra el cambio climático«, culmina la autora del informe. Desde la organización creen que los planes de prevención y gestión forestal podrían reducir hasta un 50% la superficie quemada en España y con ello recuperar eso nuestro que se quema.

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