Artículo de Opinión
De mi puño y tekla
Que en España, con seis millones de parados, surjan partidos como “Podemos” puede ser considerado como algo perfectamente normal, circunstancia que permite el que aparezcan personajes como Pablo Iglesias, totalmente decididos a buscarse un puesto en el proceloso y complejo mundo de la política. Es una forma de ejercer de emprendedor en el siglo XXI, como así lo ha demostrado a la vista de los resultados obtenidos por su formación política, consiguiendo nada menos que cinco eurodiputados.
Al parecer, mencionado Pablo no disponía de recursos ni financiación alguna para poder realizar una campaña electoral en condiciones con asesores, utilizar el avión en sus desplazamientos y autobús de lujo con canapés, etc. pero si la habilidad suficiente para figurar como tertuliano, prácticamente en todos los canales de TV donde se realizaban debates, en mangas de camisa y su coleta progre, para contar lo malo malísimos que son los ricos, gordos y fumadores de puros, dedicados exclusivamente a la explotación de trabajadores para amasar grandes fortunas, bla, bla….y además, como de tonto no tiene ni un pelo, obsérvese su frondosidad capilar, llevarse un sueldecito diario de 400 euros por intervención, que a final de mes suponía una pasta, comparativamente con el magro salario percibido de 800 euros como profesor de universidad.
Este espabilado antisistema, repetidor de sus argumentos hasta la saciedad sin aportar nada nuevo, conocía perfectamente que la mayoría de los votantes , y menos aún los pertenecientes a la franja a la que él se dirigía, no leen periódicos pero si están dispuestos a tragarse todo lo que salga en televisión, incluidas lógicamente las tertulias, en los cuales repetía las maldades del capitalismo que es lo que querían oír.
Burla burlando y pronto muy pronto, apenas en cuatro meses de intenso trabajo y dedicación, el mencionado Pablo se ha convertido en eurodiputado con unos emolumentos en torno a los 17.000 euros mensuales entre sueldo, dietas y otras percepciones, con una limitada deducción del 22% y trabajando o apareciendo en Bruselas de lunes a jueves, viajando a España en primera clase y pasando a formar parte de unos de esos malditos privilegiados a los que tanto ha criticado.
Iglesias, versión pobre del político gallego Beiras, ha logrado al amparo de la rex pública, garantizarse un puestazo blindado por un contrato que, sin alcanzar la categoría de indefinido durará cinco años, que moviéndose adecuadamente pueden solucionarle el porvenir, a no ser que opte por ceder su acta de eurodiputado y dedicarse “full time” al partido y preparación de las próximas elecciones generales del 2015 que sería lo suyo. En sus manos queda la decisión. En cuanto a su intención de presentar en el Parlamento Europeo una petición de reducción de sueldo, no deja de ser una falacia de cara a la galería, dado que sabe perfectamente que su propuesta no prosperaría jamás.
Cuestión aparte ha supuesto la durísima “mordida” de 1.239.133 votos obtenidos por Podemos, que en gran parte provienen del desnortado PSOE, tal como dignamente lo reconocieron Rubalcaba y Elena Valenciano. No siendo así por parte de Rajoy y los suyos en cuanto a la pérdida de 2,6 millones de votos, alegando estúpidas justificaciones. Obviamente, el limitado Cayo Lara de IU también se resentirá, o quizá, porque no, pactar con Podemos, si bien todo es muy prematuro y ejercer de oráculo de Delfos en estos momentos no es precisamente lo más adecuado.
Todos los populismos son fascistas y viceversa. Recordemos una vez más que todo parecido entre elecciones europeas y generales, en cuanto a niveles y consecuencias, son mera coincidencia. Nos encontramos ante un complejo futuro y con la sensación de sentirnos totalmente desorientados, con el agravante de carecer de los líderes necesarios y con capacidad suficiente para superar lo que aparentemente nos espera.