A lo largo de la historia de Caravaca de la Cruz, ha sido habitual “conjurar las tormentas y tempestades” que acaecían sobre la ciudad…. Tal rito está documentado especialmente entre los siglos XV y XVIII, y consistía en sacar a la Santísima Cruz a la torre de los conjuros, labor que desempeñaba el capellán del castillo, e implorar que cesase la tormenta. Una de esas tormentas dio pie a un evento cuanto menos, curioso, y cuyo relato se encuentra en la British Library, Londres. Sería el único milagro de la Cruz que está documentado correctamente.
El 7 de noviembre de 1591 al anochecer estalló una importante tormenta sobre Caravaca. Según queda reflejado en una transcripción posterior, destruyó varias casas debido a la fuerza del agua. Hemos de suponer, por tanto, que la intensidad de la lluvia sería fuerte, y si hubieran dispuesto por entonces de un radar de lluvias, sería muy probable que hubiesen aparecido los temidos píxeles naranjas, indicativos de lluvia muy fuerte. Se nos dice también que la actividad eléctrica era portentosa. Pasaban las siete menos cuarto de la tarde y los relámpagos surcaban el cielo caravaqueño, el espectáculo debía ser increíble pues la oscuridad era total, sin las típicas luces eléctricas a las que estamos acostumbrados en la edad contemporánea.
Poco después de desatarse la tormenta, varios vecinos vieron cinco luces -que se asemejaban a velas encendidas- sobre el remate de la torre en la cual se encontraba la Cruz. La de en medio brillaba algo más y era ligeramente mayor. A las nueve de la noche había cesado de llover pero continuaba el cielo cubierto, puesto que la oscuridad era total y no había rastro de la luna. A esa hora un testigo asevera que ya no se veían las luces. Varias familias coincidían en haber visto lo mismo, y aseguraban que lo habían atribuido a algún reflejo de las velas que llevaría consigo el capellán al conjurar la tormenta. Lo cierto es que el capellán no salió siquiera de su casa esa noche, pues como él dijo al día siguiente, aún con la voluntad de conjurar la tormenta le había sido imposible salir de casa debido a la fuerza con la que bajaba el agua por las calles. Se trata por tanto de un gran misterio la aparición de esas luces sobre el chapitel de la torre, sin una explicación aparente, un misterio que dio pie a muchas elucubraciones acerca de su origen.
Semejanza con otros fenómenos meteorológicos: Los “Fuegos de San Telmo” suelen adoptar formas de bolas de luz, producidos por la ionización del aire durante una tormenta eléctrica. Es común que aparezcan en los mástiles de los barcos. Sin embargo, testimonios que aseveraron haber visto las luces durante un período relativamente prolongado de tiempo hacen tambalear la hipótesis de que la observación se debiera a este fenómeno.
El rayo globular por el contrario, sí puede persistir en el tiempo aparentemente fijo en un lugar, o al menos, según varios testimonios, es más duradero que el Fuego de San Telmo. Hoy día no se puede dar una explicación cien por cien realista de qué es lo que lo produce ni qué lo compone, lo cual resulta aún más interesante en esta historia y por qué no, intrigante. El rayo globular, o centella, se ha observado en varios lugares del mundo a lo largo de los años, siempre durante el transcurso de tormentas. ¿Es Caravaca de la Cruz uno de esos lugares?
Si el fenómeno nos parece extraño hoy día, imaginemos entonces. No es raro por tanto, que aquellos días de 1591, algunos vecinos llegaran a creer incluso que había sido la propia reliquia la que se había desplazado hasta lo alto de la torre para conjurar la tormenta, a falta de la asistencia del capellán. Tan extraño suceso pasó a la historia como uno de los milagros de la Santísima Cruz.
Autor: Francisco Sandoval
Fuente: meteocaravaca.es