Un estudio de ESADE constata que las consecuencias psicológicas de perder la casa son equiparables a las que sufren las víctimas de un accidente
Los afectados por un desahucio viven un proceso largo y doloroso que los empuja al colapso emocional. Es la principal conclusión del primer estudio que analiza de forma cualitativa las emociones y sentimientos de los afectados por un proceso de desahucio. El responsable de este trabajo, el profesor Juan Ramis-Pujol, asegura que las consecuencias a nivel psicológico son graves. Sufren estrés post traumático, como el que padecen las personas víctimas de un grave accidente.
Los ciudadanos que pierden su casa pasan por un proceso difícil de entender que les hace estar en una especie de montaña rusa por la que circulan a oscuras. En cada una de las etapas, desde que empiezan las dificultades, saben que les va a suceder algo malo, pero no saben cómo ni cuándo. Y al final del proceso son otras personas: el mundo se les ha derrumbado, tienen problemas de salud, han cambiado su modo de ver la vida, sus hábitos alimentarios, sus rutinas diárias, sus prioridades y hasta sus amistades.
El estudio constata además un doble fallo en el sistema. Primero en el mercado con una posición dominante de la banca y un entorno empresarial hostil; y después en la administración que no ha corregido esta situación ni ha ayudado a los afectados de forma eficaz.
Sólo algunas organizaciones sociales como Cáritas o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca sirven de apoyo durante el proceso. Y llegan tarde porque los ciudadanos no buscan ayuda en las fases inciales del problema. Y cuando lo hacen todo está demasiado avanzado y ellos en una situación emocional difícil de revertir sin ayuda especializada.